Son Fobias restringidas a situaciones muy específicas tales como a la proximidad de animales determinados, las alturas, los truenos, la oscuridad, a viajar en avión, a los espacios cerrados, a tener que utilizar urinarios públicos, a ingerir ciertos alimentos, a acudir al dentista, a la visión de sangre o de heridas o al contagio de enfermedades concretas.
Aunque la situación desencadenante sea muy específica y concreta, su presencia puede producir pánico como en la agorafobia y en las fobias sociales.
Las fobias específicas suelen presentarse por primera vez en la infancia o al comienzo de la vida adulta y, si no son tratadas, pueden persistir durante décadas. El grado de incapacidad que producen depende de lo fácil que sea para el enfermo evitar la situación fóbica. El temor a la situación fóbica tiende a ser estable, al contrario de lo que sucede en la agorafobia.
Son ejemplos de objetos fóbicos el temor a las radiaciones, a las infecciones venéreas y más recientemente al sida.
Pautas para el diagnóstico
Los síntomas, psicológicos o vegetativos, son manifestaciones primarias de la ansiedad y no secundarias a otros síntomas como, por ejemplo, ideas delirantes u obsesivas.
Esta ansiedad se limita a la presencia de objetos o situaciones fóbicas específicos.
Estas son las Fobias más Comunes:
Aracnofobia: Se trata del miedo a las arañas. Se calcula que la
mitad de las mujeres y el 10% de los hombres padecen esta fobia en algún
grado. Las reacciones de estas personas resultan exageradas para los
demás, e incluso para los mismos afectados. Éstos procuran mantenerse
apartados de los sitios en donde pueden encontrarse arañas, o donde han
visto telas de araña. En los casos más serios, el pánico puede ser
detonado incluso al ver una fotografía.
Sociofobia: Se trata de un persistente e intenso miedo a ser
juzgado negativamente en situaciones sociales. Es una fobia de las más
comunes entre adolescentes y jóvenes, se calcula que cerca de un 4% de
las personas entre 18 y 55 años la padecen. A diferencia de lo que
sucede en la mayoría de las fobias, esta fobia social es igualmente
común en hombres y mujeres.
Aerofobia: Se trata del tan común miedo a viajar en avión (de
hecho, se calcula que sólo el 5% de los pasajeros abordan el avión sin
temores de ningún tipo). Sin embargo, las personas que padecen de esta
fobia no experimentan sólo una ligera inquietud en el momento del
aterrizaje y del despegue, sino que en ocasiones las fobias les impiden
planear siquiera un viaje de este tipo, o les ocasionan trastornos de
ansiedad ante la perspectiva de un futuro viaje, incluso meses antes de
llevarlo a cabo.
Agorafobia: Se trata del miedo a los espacios abiertos, y es un
trastorno más común entre las mujeres que entre los hombres. El
agorafóbico teme todo aquel lugar donde no se sienta “seguro” o no pueda
“recibir ayuda”. El que presenta este tipo de trastorno suele
refugiarse en su hogar y rara vez sale, ya que en esas ocasiones
experimenta una gran ansiedad. Es la fobia que motiva más a menudo
consultas a especialistas.
Claustrofobia: Al contrario que la agorafobia, este trastorno
implica el temor a quedar confinado a espacios cerrados. Se estima que
entre un 2 y un 5% de la población padece esta fobia. Estas personas
suelen evitar los ascensores, el metro, los túneles, las habitaciones
pequeñas, hasta las puertas giratorias les pueden presentar
dificultades, así como también el uso de equipos para técnicas de
diagnóstico médico como el TAC.
Acrofobia: Se trata del miedo a las alturas, no simple vértigo
sino un temor que ocasiona ansiedad a quienes lo padecen. La fobia suele
manifestarse en situaciones tales como las de asomarse a un balcón,
estar en un mirador elevado o junto a un precipicio. Al igual que sucede
en otras fobias, aquellos individuos que la sufren buscarán evitar la
situación temida.
Emetofobia: Se trata de la fobia al vómito o a vomitar. Hay
personas que sienten más que una simple aversión hacia el acto de
vomitar, y que incluso cambian sus hábitos alimenticios y sociales en
consecuencia (por ejemplo, evitar ir a comer a restaurantes por temor a
que la comida que le sirvan allí le siente mal al estómago). Si bien
sólo en casos extremos se considera fobia, se calcula que el 6% de la
población siente temor de vomitar.
Carcinofobia: Se trata del miedo a contraer cáncer. Es uno de los
temores más comunes desde el momento en que la mayoría de los adultos
siente aprensión ante la posibilidad de manifestar esta enfermedad. Sin
embargo, en el caso de los fóbicos, se trata de un miedo muy
antinatural, ya que demostrarán temerle a cualquier síntoma físico
negativo, asociándolos todos a síntomas de la enfermedad.
Brontofobia: Son comunes las fobias que involucran elementos
climáticos o determinados fenómenos meteorológicos, y éste es el caso de
la brontofobia. Consiste en el miedo extremo ante los rayos y truenos
de las tormentas. Alguien con esta fobia estará alarmado tanto antes
como durante las tormentas, y en casos extremos, padecerán los síntomas
de la ansiedad. Incluso puede verse afectada su vida social, ya que su
planificación de actividades depende del pronóstico meteorológico, y
pueden llegar a faltar al trabajo o modificar sus hábitos debido al
clima.
Necrofobia: El miedo a la muerte es algo natural e instintivo en
el hombre, posiblemente porque la muerte es lo desconocido. Además, se
asocia la muerte con los padecimientos que la preceden, dolor,
sufrimiento, etc. Sin embargo, algunas personas padecen de una verdadera
fobia a la muerte y a los seres muertos. Quienes padecen de esta
condición no pueden explicar con claridad el sentimiento escalofriante
que experimentan al estar frente a una momia o a un cadáver.
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